sábado, 28 de octubre de 2017

Entre los escombros


Solo quedaban las cenizas, las llamas evaporaron todo, no quedaba nada. Se destruyo todo. Los muebles que había mandado a hacer, mis cuadros de Elvis Presley, mi juego de copas, los libros de Gustavo Malejovich, las fotos, todas las fotos. Cuando era chiquito, el primer día de clases, las fotos con mis viejos y las fotos de mi casamiento. Solo quedaban los recuerdos. 
Estaba sentado en la vereda de enfrente a mi casa, estaba con una sábana sobre mis hombros, los médicos ya me habían revisado, aparentemente estaba todo bien. No podía salir de mi estado de shoock. 
Los policías me interrogaron por varios minutos, me hicieron varias preguntas, pero no recordaba mucho. Solo recordaba que estaba en mi habitación, chequeando emails, tenía bastante sueño, no había descansado mucho y tenía para un buen rato. Después comencé a sentir olor a gas, deduje que era Belén que estaba cocinando, cada vez que preparaba la comida se sentía olor a gas, entonces me quedé tranquilo y seguí trabajando. 
Solo tenía una duda, no me acordaba, si le dije la verdad o no a los oficiales. Era una persona muy mentirosa, mentía constantemente, era una salida rápida, quizás no soportaba la realidad o quizás no soportaba mi realidad. <<No hay mejor mentira que la realidad>>era una frase que Belén siempre me decía. A Belén le encantaba leer y le encantaba decir, todo ese tipo de frases rebuscadas o dichos de sobrecito de azúcar. 
Sali de mi oficina y comencé a toparme con la humareda, las llamas ya estaban avanzadas, no se veía nada. Grite para llamarla, pero nadie contesto, intente acercarme a la cocina, pero comenzaron a derribarse las paredes. Enseguida me choque con un bombero, le pedí por favor que vaya a buscarla, entró otro bombero y me llevo hacia afuera, allí espere expectante que la sacaran. Los segundos pasaban y los minutos volaban, solo esperaba verla salir por la puerta, pero no había ningún movimiento, a los lejos se divisó una sombra, era un bombero. Salió con Belén en sus brazos y rápidamente la llevaron a la parte trasera de la ambulancia, alcance a verla, su rostro estaba todo quemado. Los oficiales no me dejaron acercarme, intentaron reanimarla varias veces, uno de los médicos movió su cabeza dándose por vencido, indicándole que ya no había nada que hacer, otro anoto la hora y el otro le tapo su rostro. Me alejé de la ambulancia, me senté en la vereda y se acercó un oficial a darme el pésame. 
Mis mentiras fueron desgastando la relación, los dos sabíamos que no estábamos bien, hace rato que estábamos mal, pero ninguno se animaba a tomar la decisión. Yo estaba encerrado en mis trabajos, en mi oficina y ella estaba metida en este nuevo mundo de la espiritualidad, yoga y los libros de auto ayuda. La situación que detono todo esto, fue la pérdida de un embarazo, tenía cinco meses, iba a ser una nena, Lucila se iba a llamar.  Creo que después de ese momento comencé a mentir compulsivamente, como sobrevive uno a una situación así, es imposible. Nadie te prepara para esto. 
Pero... ¿Porque mentía tanto?, yo no era así. Soy consciente de que no llevaba la vida que quería, mis sueños habían quedado lejos, pero ella, ella también mentía. La descubrí, cuando nos enteramos que íbamos a ser padres, ella prometió que iba a dejar de fumar, era una promesa. Una noche salí de mi oficina, quería tomar un poco de agua, cuando abrí la puerta me invadió el olor a humo, me acerqué a la cocina y la vi, estaba fumando. Había mentido. Estaba seguro de que iba a ser una consecuencia grave para el embarazo, entonces se lo pregunte y me mintió, me mintió mirándome a los ojos. 
Seguía sentado en la vereda, sin entender nada. El dolor comenzó a florecer, la tristeza me invadió, las lágrimas comenzaron a apagar el calor de mi cuerpo, por más que no estábamos en nuestro mejor momento, era una pérdida irreparable. Abajo de esos escombros, había quedado el amor de mi vida, aquella mujer que más amé, aquella mujer que conocí en el primer día de facultad, fue amor a primera vista. Sus ojos marrones, su pelo negro alisado, sus manos dulces y su nariz repingada.  
La vida puede ser muy sorprendente, anoche estaba en mi oficina, en mi casa trabajando y ahora...estoy sentado en la vereda de enfrente de la que, una vez fue mi casa, la mujer que amaba ya no estaba. Ayer tenía todo y hoy no tengo nada. 
El principal sospechoso era yo, una de las principales hipótesis era que un cigarrillo, había sido la causante del incendio, pero yo no había fumado. Tenía ganas de fumar, pero no tenía más cigarrillos, entonces no fume y eso lo recordaba bien. Un oficial paso por enfrente mío con una bolsa en sus manos, allí adentro había ropa y debajo de todo, los vi. Estaban sus cigarrillos, me di cuenta que eran los suyos porque eran mentolados, era evidente que había fumado otra vez. Pero, ¿Por qué?, mi cabeza se llenó de dudas y de viejos interrogantes, ¿Por qué quería hacerse daño? ¿El bebé era mío? ¿Por qué mentía? 
Me levante y me acerque a lo que quedaba de la casa, solo eran pedazos de barrotes y madera quemada. Cada paso que daba era un nuevo pensamiento, yo tenía la certeza, pero no la confirmación, era muy mentirosa, no podía creerle nada. Ese hijo no era mío y yo lo sabía. 
A lo lejos vi un pedazo de tela, tenía unas flores, me agache y lo agarre. Era el de Belén, cada vez que cocinaba usaba ese camisolín, debajo del había un papelito, lo levanté y lo leí. <<Por lo que tiene de fuego, suele apagarse el amor>>, sonreí y moví la cabeza, di vuelta el papel y había otro mensaje. <<Si algo he aprendido en esta vida, es que la mentira siempre se pone a encontrar de quien la inventa>> 

lunes, 16 de octubre de 2017

El mounstro


La noche es más oscura antes del amanecer y más terrorrifica, antes de el primer brillo del sol. La maldad aparecé entre las tinieblas y se apodera de todos, de dia desaparece, solo para descanzar. Los mounstros pueden vivir entre nosotros, puede ser un vecino, un familiar o un viejo amigo, los mounstros no vienen del cielo, solo caminan a nuestras espaldas.
La noche estaba tranquila, bastante silenciosa, no volaba ni una hoja, no habia nadie en la calle. Estaba en su habitación, solo estaba mirándola, ella estaba inquiéta y temblorosa. Me acerqué y le quité la venda de los ojos, ella apretó los ojos y los abrío, me miró con esos ojitos verdes, totalmente asustada.
-No, no, tranquila -dijo yo- ¿Son las quemaduras?
Ella me miró muy nerviosa.
-Tranquila, tranquila, sh -dije acariciándole la megilla- Al principio dan miedo, pero después te acostumbras, es solo el primer momento.
Ella corrió la cara muy asustada.
-Tengo una sorpresa para vos, un regalo -dije yo.
Ella me miró y no dijo nada. Me acerqué, le corrí la silla y me fuí hacia un costado, donde habia una especie de sabana, la cual cubria un mural.
-Éste es mi regalo -dije quitando la sabana.
Ella se quedó totalmente sorprendida al ver todas sus fotos.
-Ves, tengo todas tus fotos. De día, de noche, de mañana, de tarde. A la salida del trabajo, de fiesta y en tu casa, linda casa -dije yo sentado cerca de la silla de ella.
-¿Por qué tenes todas mis fotos? -pregunto ella.
-Ah, ya extrañaba tu voz -dije yo sacando la lengua.
-¿Quien sos? -pregunto ella.
-¿No te acórdas de mi? -pregunté acariciandole la pierna.
Ella negó con la cabeza.
-Camila, Camila -dije yo poniendome enfrente de ella- Miráme bien.
Camila me miró y negó con la cabeza.
-Vamos hacer un breve repaso -dije levantandome del piso- La escuela, ¿te acordas? un chico que todos cargaban.
Camila me miró y no contestó.
-Ezequiel Casero, ¿te suena? -pregunté sacando la lengua.
Camila muy asustada, negó con la cabeza.
-Ah, ya se, ya se. Esto te va hacer recordar -dije yo hablandole al oido- El mounstro, el mounstro.
-No puede ser -dijo Camila sorprendida.
-Si, te acordaste, vamos, vamos. Es el día mas feliz de mi vida -dijo el mounstro sentandose encima de ella.
Camila lo miro y se puso a llorar.
-No, no, no llores. No te voy a hacer nada -dijé sacando la lengua- Pero vos, me trataste muy mal, muy mal me trataste. ¿Te acordas?
-Perdón -dijo Camila con la vos entre cortada.
-Yo soy bueno y te perdono, pero me lastimaron mucho. Vos y Martin me pusieron el apodo, "el mounstro" -dije yo.
-Lo siento -dijo Camila.
-Martin Davin, el chico lindo, el mas popular. El era malo, me cargaba mucho, se burlaba de mi espalda encorvada, de mis quemaduras y de mi cara -dijo el mounstro sacando la lengua.
-Te pido perdón, pensamos que no te haria tanto daño -dijo Camila.
-A vos te perdono, a el no. Aparte siempre lo quiziste a el, siempre lo buscabas -dije yo.
-Estaba enamorada -dijo Camila.
-Y si, era el chico lindo de todo el colegio. Pero el andaba con muchas, no te queria solo a vos. Yo en cambio, si.
Camila lo miro y no contesto.
-Martin se reiba mucho de mi, se reia de mi joroba, de mi caminar pausado y de mi quemaduras -volvi a repetir mientras me rascaba la cabeza.
-El no es malo, eramos chicos -dijo Camila
-¡NO LO DEFIENDAS! -grité golpeando la pared.
Camila cerro los ojos bien fuerte, creyendo de que la iba a lastimar.
-No, no, no. Tranquila, no te pongas asi. Yo jamas te haria daño -dijo el mounstro dandole un abrazo.
Camila respiro profundamente y no contestó.
-Me acuerdo cuando te invite al baile conmigo, vos y Martin se burlaron. La bella y la bestia, dijeron -dije yo apoyado a la pared.
Camila lo miro y no contestó.
-Como la chica mas linda, se iba a enamorar del chico mas feo. ¿Por que la princesa se enamoraria de la bestia?, solo en los cuentos ocurre. Pero tenias que elegir a Martin, sin importar que te engañe y en cambio, el mounstro te amaria, perdon te ama para el resto de tu vida y jamas te engañaria.
-Lo siento -dijo Camila.
-Ya es tarde para arrepentirse -dije sacando el revolver de un cajon.
-¿Que me vas hacer? No me lastimes -dijo Camila suplicando.
-No, no te asustes. Esto lo tengo por las dudas -dijo el mounstro- Tengo otro regalo.
Camila respiro aliviada y asintio con la cabeza.
-Te compré un anillo, mirá que lindo que es. Nos vamos a casar -dije muy contento- ¿Vos queres?
Camila asintio con la cabeza, mientras lloraba.
-Yo ya tengo el mio, dame la mano -dije yo agachandome delante de ella- Perdon tengo que desatarte, primero.
Con un cuchillo la desaté y luego le coloque el anillo, Camila tenia las manos muy temblorosas.
-Puede besar a la novia -dijo el monstro acercandose hacia su boca.
Camila le corrio la boca, negandole el beso.
-Otra vez, me negas. Otra vez, la historia se repite -dije agarrando el revolver.
-¡NO! ¡Por favor! -pidio Camila desesperada.
-¿No se, si dispararte en la cabeza o en la panza? -pregunté cargando las balas- En la cabeza, no. Moririas en el instante, en la panza puede ser. Sabes como me dolia la panza cada vez que me cargaban.
Camila nego con la cabeza, reiteradas veces.
 Me tapé los ojos y comencé a mover el revolver de un lado, hacia otro. Finalmente un disparo salio e impacto en el abdomen de Camila, esta ultima se cayo para atras.
-¡NO! ¡NO! QUE HICE -grité acercandose donde estaba ella- ¿Estas bien?
Camila estaba agonizando.
-Perdoname, fue sin querer -dijé yo acostandome al lado suyo, con el revolver en mi mano.
Camila no podia respirar y me miraba pidiendole ayuda. Solamente la abrazé.
-Hasta que la muerte nos separe -dijé disparandome en la cabeza.