viernes, 2 de febrero de 2018

Gordito, cuatro ojos y feo


Las palabras son necesarias para expresarnos, para contar como nos sentimos, para comunicarnos. En fin, las palabras son necesarias. No hace falta redactar una carta entera para demostrar lo que sentimos, simplemente con pocas o con solo una, podemos contar lo que sentimos. Yo elegí tres palabras. 
Mi mamá me vino a buscar a la escuela como todos los días, subí al auto emocionado y solo esperaba llegar a casa. ¿Quién no disfrutaba de salir de la escuela y que venga un amigo a jugar a tu casa? Pero no era cualquier amigo, era Gastón, el chico más popular de la escuela. Todo el mundo quería jugar con él, era muy simpático, divertido y el mejor en los deportes. 
Entré y fui directamente a mi habitación, tenía que ordenarla toda, esa era la condición que me había puesto mi mamá. El timbre sonó, mi mamá abrió la puerta y yo, esperaba ansiosamente detrás de la puerta de mi habitación. 
-Pasa... Luca está en su habitación –dijo mi mamá. 
Gastón se acercó a la puerta y la abrió lentamente, allí lo esperaba con una enorme sonrisa. Me acerqué y le di un fuerte abrazo, el enseguida se soltó. 
-Hola gordito –dijo Gastón saludándome. 
Siempre me saludaba así, al principio me molestaba, pero me acostumbre, era un honor que el chico más popular se tome la molestia de ponerme un apodo. Solo que ese no era mi único apodo, también me decía: cuatro ojos y feo. El problema era cuando toda la escuela se copiaba y me lo decían, porque a él se lo personaba, al resto no. 
- ¿Jugamos a las cartas? -pregunte yo abriendo un cajón. 
- ¿A las cartas? ¿Qué somos nenitas? -contesto Gastón. 
Yo lo miré y sonreí. 
- ¿La play? ¿Dónde está la play?  
-No, la, la play no. 
- ¿Por qué no, cuatro ojos? -pregunto Gastón. 
-Mi mamá no quiere, solo los fines de semanas –conteste yo mirando hacia abajo. 
Gastón comenzó a reírse a carcajadas. 
- ¿Qué paso? -pregunte yo sin comprender. 
-Vos gordito, sos un personaje –dijo Gastón riéndose- Tenes que revelarte, decirle: loca habilítame la play. 
- ¿Vos decís? -pregunte yo. 
-Si, así de una. 
En ese momento mi mamá ingreso con la merienda, en sus manos. 
-Qué bueno que se estén divirtiendo –dijo mi mamá apoyando la bandeja. 
Sonreí y le agradecí con la mano, mi mamá se fue y cerró la puerta. 
- ¿Vos comes esto? -pregunto Gastón señalando la bandeja. 
Asentí con la cabeza, mientras probaba una galletita. 
-Ya entiendo porque estas tan gordo. 
-A todo el mundo le gusta el chocolate –dije yo comiendo las galletitas. 
Gastón saco su celular y comenzó a filmarlo. 
- ¿Qué haces? ¿Qué estás haciendo? -pregunte moviendo mi mano hacia delante. 
-Te estoy filmando, bobo –contesto Gastón acercándose con el celular- Miren al gordito, cuatro ojos y feo. No se rían de él. 
-No lo subas, por favor –le pedí tapándome la cara. 
-Acá estoy en la casa del gordito, un bajón men –dijo Gastón hablándole al celular. 
- ¿Con quién hablas? -pregunte yo muy curioso. 
-Con nadie –dijo Gastón guardando su celular- ¿Qué vamos hacer? 
-Podemos jugar a un par de juegos de mesas o te puedo ayudar a hacer el trabajo practico. 
- ¿Quién te gusta del cole? -pregunto Gastón 
- ¿Qué? -repregunte yo bebiendo mi jugo. 
-Dale, quien te gusta. Alguien te gusta, con esos cuatro ojos habrás visto a alguna. 
-Melisa –respondí muy tímidamente. 
- ¿Meli? -pregunto Gastón. 
Lo miré y asentí con la cabeza. 
-Meli, no te va a dar bola –dijo Gastón tocándose la cara. 
- ¿Por qué? 
Gastón me agarro la mano y me llevo junto al espejo. 
-Mírate... con esa panza, esos lentes que te cubren toda la cara y bueno, vos estas para el bando de los feos. 
Me quede observando en el espejo y no conteste. 
-Tenes que salir a correr, hacer un poco de ejercicios. 
Lo miré y asentí con la cabeza. 
- ¿Te puedo contar un chiste? 
-Bueno, dale. 
- ¿Sabes de que no vas a morir, vos? 
Negue con la cabeza. 
-De hambre –dijo Gastón riéndose. 
Lo mire, mire para abajo y sonreí por hostilidad. 
-Dale reite, es un chiste. Cuatro ojos. 
En ese momento ingreso mi mamá, abrió un poco la puerta y nos habló desde ahí. 
-Gasti, vino tu mamá. 
Yo la miré, asentí con la cabeza y sonreí. 
-Nos vemos, gordito –dijo Gastón agarrando su mochila y abriendo la puerta. 
Me quedé observando cómo se iba y rápidamente cerré la puerta con llave. Me senté en mi escritorio, saque una hoja de mi carpeta, tome una lapicera y me puse a escribir. 
Tenía mucho dolor, sentía mucho dolor dentro mío, la panza se me estrujaba, era un dolor que sentía a menudo. Siempre creí que podía controlarlo, que era algo pasajero, algo que yo solo podía manejarlo. Pero mis entrañas hablaron, ya no podían más, el dolor me estaba ganando y ya no tenía las fuerzas necesarias para vencerlo. A veces es difícil aceptar la realidad, darse cuenta de las cosas y todo tiene un tiempo, hoy se acabó mi tiempo. 
Las palabras son necesarias para expresarnos, para contar como nos sentimos, para comunicarnos. En fin, las palabras son necesarias. No se falta redactar una carta entera para demostrar lo que sentimos, simplemente con pocas o con solo una, podemos contar lo que sentimos. Yo elegí tres palabras. Gordito, cuatro ojos y feo. 
Un viento fuerte entro por la ventana, la hoja comenzó a flamear, comenzó a volar por el aire. Las palabras volaban por la habitación, desplegando todo su dolor dentro de estas cuatro paredes. El silencio era el único testigo, era el único que estaba en mi habitación, quizás mi respiración ya no se escuchaba y mis ojos seguían abiertos. La carta termino su destino, su vuelo y aterrizo sobre mi cuerpo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario