jueves, 14 de diciembre de 2017

El aprendiz

Era una noche de lluvia más que lluvia, era una tormenta. Relámpagos y truenos se adueñaron del cielo, el agua caía y caía, las calles de la Provincia de Buenos Aires se inundaban. Había poco viento, solo había agua. 
Volvieron del local de comidas rápidas, Marcos y su mejor amigo ingresaron primero, luego Alberto su padre. Se quitaron la ropa mojada, Alberto les dio ropa seca y los tres se sentaron a la mesa. 
-¡La puta madre! No puede llover tanto –dijo Alberto. 
Su hijo y su mejor amigo se rieron. 
-¿Ya no son grandes para manejar? -pregunto Alberto- ¿Cuántos años tienen? 
-Tenemos trece, Beto –contesto Pocho. 
Alberto se quedó mirando fijamente al amigo de su hijo. 
-¿Qué soy tu mujer? No tenemos confianza –dijo Beto- Señor Beto, decime. 
-Disculpe, señor Beto –contesto Pocho agachando la cabeza. 
Alberto comenzó a reírse desconsoladamente y su hijo empujo a su amigo. 
-Te asustaste todo –dijo Beto moviendo su cabeza. 
-Ya está –dijo Marcos moviendo su mano. 
-Ah bueno, perdón. No sabía que eran noviecitos –dijo Beto a carcajadas. 
Marcos giro su cabeza y se mordió su labio. 
-Come Beto. 
Alberto le hizo caso a su hijo, desenvolvió su sándwich de vacío y abrió su cerveza. Marcos y su amigo abrieron sus hamburguesas y sus gaseosas. 
-Pocho... pásame la mayonesa –dijo Marcos marcándole con el dedo. 
Pocho se quedó mirando la cerveza. 
-¡Pocho! -grito Marcos. 
Su mejor amigo movió sus hombros como asustado y reacciono. 
-Toma –dijo Pocho pasándole la mayonesa. 
-¿Qué miras? -pregunto Alberto. 
-Nada Beto –contesto Pocho moviendo su cabeza- Perdón, señor Beto. 
Beto agarro su cerveza y bebió un sorbo. 
-¿Queres un poco? 
-¿Yo? -pregunto Pocho sorprendido. 
-No, mi abuelita Marta –contesto Beto riéndose. 
Marcos se acercó y se puso delante de su amigo. 
-Déjalo Beto. 
-Como te tiene tu mujer, déjalo que decida el –dijo Alberto- ¿Queres o no? 
Pocho miro a su amigo y luego a la cerveza. 
- ¿Y? -volvió a preguntar Beto. 
Pocho estiro su mano agarrando la cerveza, probo un sorbo y enseguida la escupió. 
- ¡Que mariquita! -dijo Beto burlándose de él. 
-Basta, no lo molestes –dijo Marcos enojado. 
- ¿Yo te moleste? -pregunto Beto tocándole la cabeza. 
-No señor -dijo Pocho en vos baja. 
-Viste, hijo. Estas muy nervioso. ¿Qué pasa? -pregunto Beto- Contale a papi. 
Marcos no contesto y siguió comiendo, su papá y su mejor amigo, también siguieron comiendo. 
-Mamá me dijo que cambiaste de trabajo. 
- ¿Tu mama habla de mí? -pregunto Beto con una sonrisa. 
- ¿Dónde trabajas? -insistió Marcos. 
-Espero que no te haya contado lo que le hacía en la cama. 
Marcos fastidioso se lo quedo mirando y su papá saco un revolver y lo apoyo en la mesa. 
-¿Sos policía? -pregunto Pocho. 
- ¡Que va a ser policía! -exclamo Marcos. 
Beto desarmo el revólver y lo miro. 
-Le saco a los que más tienen y se los doy a los pobres. 
.-Sos un ladrón –dijo Marcos. 
Alberto bebió un sorbo y miro a Pocho. 
-Pocho... ¿para vos que soy? 
-Una buena persona, señor -contesto Pocho. 
Alberto limpio su revólver y asintió con la cabeza. 
-Ves, vos sos el que piensa raro. Esa es tu mama que te llena la cabeza. 
-Por suerte me quede con mamá -dijo Marcos aliviado. 
Alberto saco de su bolsillo un paquete de cigarrillos, lo abrio y saco uno. 
-¿Qué queres decir con eso? ¿Fui un mal padre? 
-No fuiste el mejor y siempre fuiste violento. 
Beto se reclino hacia atrás, saco una bocanada de humo de su boca y agarro un par de balas. 
-Uno da todo por sus hijos y así te pagan –dijo Beto colocando las balas en el revolver- Lo único que importan son las balas. 
-¿Sos un ladrón? -pregunto su hijo. 
Beto movió su revolver de un lado hacia otro. 
-¿Queres una pitada? 
Pocho negó con la cabeza. 
-Porque lo maltratas a él... te había hecho una pregunta –dijo Marcos. 
-Cómo estas hoy, ¿eh? ¿Estás en tus días de mujer 
-¿Sos un ladrón? -volvió a preguntar Marcos. 
-No lo diría así, tengo una banda que le sacamos a los que más tienen. A veces bancos o a veces mansiones. 
-Sos un ladrón, ¡hijo de puta! -grito su hijo. 
-Ah bueno, se destapo el hombrecito –dijo Beto. 
-Sos una basura, no cambias más. 
Beto se levantó y se puso atrás de su hijo. 
-¿Te crees que sos hombre? Sos muy macho gritando. 
Marcos respiro profundo y no contesto. 
-Agarra el revólver y dispárale a Pocho –dijo Marcos. 
-¡NO! -grito Marcos. 
- ¿Qué? ¿Estás loco? -dijo Pocho. 
-No sos tan macho. Si sos hombre, dispárale a Pocho. 
- ¡No dije! -grito Marcos. 
-No queres entrar en la banda, estamos haciendo audiciones. 
Pocho se levantó y se dirigió hacia la puerta. 
- ¡Pocho! ¡Pocho! ¿A dónde vas? -pregunto Alberto- Todavía tengo más cervezas. 
-No señor, se lo agradezco. Pero me tengo que ir.  
-Es temprano, todavía. Aparte mira como llueve –dijo Alberto mirando por la ventana. 
Pocho intento abrir la puerta, pero Beto se interpuso y no lo dejo salir. Mientras ellos dos forcejeaban se escuchó un disparo, había sido Marcos que disparo al techo. 
-Bueno, bueno. Como aprendió el nene –dijo Alberto levantando sus manos. 
-Déjalo a Pocho –Pidió Marcos dejando el revolver en la mesa. 
Beto agarro a Pocho y comenzó a sujetarlo desde atrás. 
- ¿Y si no lo dejo? -pregunto Beto. 
-Soltalo, él no te hizo nada –contesto Marcos abriendo sus manos. 
- ¿Y yo que te hice? 
-Arruinarme la vida como siempre. 
-Por favor, soltame Beto –pidió Pocho. 
-Te dije que me digas señor. 
Pocho compungido agacho la cabeza y no contesto. 
-Déjalo –dijo Marcos agarrando el revolver. 
- ¿Qué vas hacer? ¿me vas a matar? -dijo Beto moviendo a Pocho- Para disparar hay que ser hombre. 
- ¡Déjalo! -Marcos volvió a advertir. 
Alberto comenzó a apretarle el cuello de Pocho más fuerte. 
-Pobrecito Pochito, morir ahorcado –dijo Beto- Vas a tener que decidir, tu novia o tu querido padre. 
Marcos a la distancia veía como su amigo estaba sufriendo, producto a los golpes de su padre. Tenía y debía tomar una decisión, su arma estaba en sus manos, esa era la única solución. Era difícil porque su mano no paraba de temblar, los nervios lo estaban devorando, era el momento no podía dejar pasar un segundo más. Agarro fuerte el arma, respiro profundo y disparo. La bala salió del tambor, viajo linealmente y rápidamente hacia la cabeza de su padre, esa bala tenía un solo destino y así fue, su padre se cayó hacia atrás, liberando a Pocho y la sangre comenzó a recorrer el piso. 
- ¿Cómo hiciste, eso? -pregunto Pocho sorprendido. 
-Ahora no, Pocho –dijo Marcos acercándose a su padre- Tráeme un trapo. 
Pocho fue corriendo y le alcanzo el trapo, Marcos lo agarro, limpio el revólver y se la coloco en la mano de su padre. 
-Ves que no hay buenos y malos, aprendiz –balbuceo Beto mientras agonizaba. 
Marcos lo miro enojado y no contesto. 
- ¿Qué estás haciendo? -pregunto Pocho. 
-No hay tiempo, junta lo que comimos y nos vamos –contesto Marcos. 
Pocho junto la comida y se acercó a la puerta. 
- ¿Me vas a decir que está pasando? 
-Cuando llegas a tu casa, tiras la ropa. ¿me entendiste? -dijo Marcos abriendo la puerta. 
Estos dos se fueron y cerraron la puerta.

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