La bailarina rusa
Lentamente abrí los ojos, seguía acostado en la cama, eso todavía me acordaba. El dolor de cabeza me mataba, sentía como si me estuviesen pegando martillazos en el cerebro. Mire hacia mi costado y las sabanas estaban revueltas, posiblemente habría estado una mujer o posiblemente dos. No creo haber tenido tanta suerte o quizás tanta plata. A esta altura de mi vida, no era cuestión de suerte, si no de dinero y la jubilación de policía no alcanzaba. Me recosté en la cama y me quedé mirando el techo, las manchas de humedad me fastidiaban, Como quieren que el cabaret remonte, si lo tienen todo descuidado. Igual esta era la mejor habitación, si se podría decir mejor, pero no me acordaba si a esta habitación vine la semana pasada o la semana anterior, creo que esa mancha la hubiese recordado. Para un ex policía era difícil remplazar las tardes de adrenalina, ahora la adrenalina me la daba el alcohol, el cigarrillo y las mujeres. Me encantaba venir a este cabaret, era viejo, hace muchos años terminaba mis guardias acá. Era como un parque de diversiones para mí y no me importa lo viejo que este y lo destruido que este, para mí era como el vino, con el pasar de los años se pone más bueno. Creo que, a esta edad, 52 años, si no me da vergüenza decirlo, creo que estoy bien, la caída del pelo era inevitable, era una cuestión hereditaria, a mi abuelo se le había caído y a mi viejo también, ¿Por qué no me iba ocurrir a mí? Los abdominales fueron desapareciendo, la panza fue ganando su lugar, la comida fue remplazando a los ejercicios y el alcohol se volvió una costumbre. Me canse de mirar esa mancha, ya me estaba fastidiando mucho, la miraba como aquel ladrón que perseguía, sentía en la palma de mi mano derecha, la sensación de esa nueve milímetro que me acompaño mucho tiempo, era parte de mi familia. Si familia tenía, pero la deje ir, no se si lo hice a propósito o no me di cuenta. Mi egoísmo fue una de las razones, el amor por mi trabajo y ella, era otra de las razones, quizás la más importante. Su pelo rojo, era algo increíble, simbolizaba toda su pasión y era lo que me encantaba, la pasión. Sus pecas por toda la cara la hacían diferente a todas, le daba un toque de inocencia a tanta lujuria. Sus labios finitos eran un toque de fineza, creo que los labios definían su rostro, si esas mismas comisuras eran carnosas, su rostro no sería tan bello. Era la mujer más hermosa que había visto, que me perdone Romina, la madre de mis hijos. Ella es muy linda, pero la pelirroja era una cosa de locos, una mujer única en el mundo, si existía la perfección, llevaría su nombre. Justamente eso no recordaba, ¿Cuál era su nombre?, los martillazos seguían replicando en mi cerebro, mi memoria estaba vacía, no recordaba nada. Tampoco podía recordar su nacionalidad, ese rostro no era digno de una porteña, ella era extranjera. ¿Pero de dónde? ¿De que país venia? Si no podía recordar su nombre, menos podía recordar su nacionalidad, mi mente estaba totalmente anulada. Lo que, si recordaba perfectamente, era las veces que me cague a trompadas por la pelirroja, me molestaba que la toquen por demás, que la maltraten o que la insulten. Esos fueron los motivos por las que me agarre a piñas, ellos no veían lo que veía yo, para mí era una muñequita de cristal, era oro puro. No era esa clase de mujer, que uno tenía que desperdiciar, ni siquiera pagando la tarifa, ella valía mucho más.
Todas las veces que me agarre a trompadas, ella siempre me terminaba curando las heridas, el hielo en mi ojo ya era una costumbre, Mientras me atendía, no paraba de mirarle el cuello, ahí tenía un tatuaje. Era un dragón. Ese dragón lo recordaba de algún lugar, pero seguía sin recordar nada.
Siempre me quiso recompensar mi ayuda con sexo, pero nunca acepte. Yo no quería que sea forzado, quería que sea consensuado y que sea pasional. Nunca acepte, quizás hubiese perdido mi única oportunidad, pero nunca perdía las esperanzas.
Me recline sobre la cama, me rasque la cabeza y apreté bien los ojos. Estaba en calzoncillos, era evidente que con alguien habías estado, a parte tenía mis calzoncillos de guerra. Me acerco a la mesita de luz, encendí la lampara y la apagué, la volví a encender y la volví a apagar. En la esquina de la mesita, había una servilleta, de lejos divise que había algo escrito y un beso al final. Lo agarré y lo leí, tenía unas letras raras: не входит в ванной комнате. No pude descifrar de que nacionalidad era. Lo observé bien y recordé, era ruso. Me acordaba porque investigué mucho tiempo a la mafia rusa y seguí recordando. Ella, la bailarina, era rusa. Agarre mi celular, copie el mensaje y lo traduje: "No entres al baño"
Como fiel policía, un simple mensaje no me iba a frenar. Me levante, abrí el cajón, saque el arma y me dirigí hacia el baño. Antes de entrar, revise la habitación, no había nada raro. Abrí la puerta del baño lentamente, esta hizo un chillido raro, esperé que alguien saliera, pero no salió nadie. Abrí definitivamente la puerta e ingresé, corrí la cortina y no había nadie. Mi sospecha de cadáver, se disipo, no había nadie. Me topé con un maletín, allí había otro mensaje, con la misma caligrafía y con un beso al final. Otro mensaje en ruso: Дайте его к нужному человеку. Sali del baño, agarre mi celular y traduci el mensaje: "Entregaselo a la persona correcta" Me quede sentado en la cama, ella me estaba pidiendo ayuda, pero que le estaba ocurriendo. Muchas incognitas rondaban por mi cabeza, ¿Habia estado con ella? ¿Que contenia el maletin? ¿Por que no recordaba nada?. Eran muchas preguntas que no podia contestar. Me levante de la cama y fui al baño, agarre el maletin y lo deje en la cama, sabia que ese maletin era la unica manera de ayudarla. Debia cuidarlo mas que a mi vida.
Pude recordar algo, su nombre. Sveta. Yo le decia, Veta, baila Veta. En ese momento me paralize, lindos recuerdos de un loco enamorado. En ese preciso instante, tiraron la puerta de la habitacion abajo, entraron tres tipos armados. Intente disparar con mi arma, pero no salio ninguna bala, crei que habia perdido el timing, pero al notar su flaqueza me di cuenta que le habian quitado las balas. Uno de los primeros tipos me golpeo, yo solo agarre el maletin. El otro tipo me hablaba en ruso. El tercer tipo, era diferente a los demas. No tenia la altura, ni la constestura fisica de los matones, eso me daba la pauta de que era el lider. Pero hubo algo que detuvo mi atencion, su cuello. Alli tenia un tatuaje, un dragon, el mismo que tenia Sveta. Logre separarme de los matones y lo golpee, enseguida los matones comenzaron a golpearme como reprimenda. Termine tirado en piso, al lado mio estaba el maletin, la nariz ya me sangraba.
El lider se me acerco y me miro.
-El maletin – con un español muy malo.
-¿Sveta? ¿Donde esta? -pregunto Eugenio cubriendo el maletin.
El lider se miro con sus matones y sonrio.
-¿Sveta?
-¿Donde esta? Si le hicieron algo te mato.
-Dame el maletin –dijo el lider.
-Sveta, ¿Donde esta?
-Dame el maletin –dijo el lider apoyandole el arma en la cabeza.
Eugenio lo escupio.
-Chau –dijo el lider disparandole en la cabeza.
Eugenio cayo muerto sobre el piso.
-Llevenlo al baño -dijo el lider limpiando su arma.
Los matones agarraron a Eugenio y lo acomodaron en el baño. En ese momento ingreso Sveta, se acerco a el lider y lo beso. El lider se retiro de la habitacion, Sveta fue hacia el baño, beso la frente de Eugenio y escribio un mensaje en una servilleta: не забывай меня
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